martes, 1 de octubre de 2013

Servir a los demás: La clave de la Felicidad

Servir, la clave de la Felicidad

“Ser feliz, ser pleno, es algo al alcance de todos en todo momento, la felicidad dista mucho del concepto de aquella que el mundo nos ofrece, la felicidad  verdadera se encuentra en los demás, en servir a los demás buscando su propio bien”
No hay duda que el mayor anhelo que puede tener el hombre está en encontrar la felicidad, o acaso ¿alguno de nosotros no buscaría ser feliz? sin embargo, analicemos la felicidad que en general el mundo nos ofrece.
Nuestro entorno está envuelto en un clima de violencia desatada, con constantes amenazas de crisis económica, lleno de desencantos por la actuación de nuestra clase política, y por si fuera poco, con un constante bombardeo por parte de los medios de comunicación de una cultura llena de materialismo y placer sin consecuencias; ante todo esto, una de las variantes de la felicidad que generalmente el mundo nos vende se reduce al éxito personal, entendido como la consecución de una posición de gran importancia dentro de una organización, en donde se reciba un salario capaz de brindar un muy buen poder adquisitivo que nos asegure un estatus social de gran reconocimiento, en donde el servicio es una prestación más, en la que a mayor nivel de éxito se tendrá acceso a un mayor numero de servicios, empezando por personas que ayuden en el quehacer doméstico, hasta choferes, niñeras, guardaespaldas, etc.., es cierto que nada tiene de malo buscar el éxito personal, sin embargo, ¿es lícito e inteligente poner nuestra felicidad en función de conseguirlo? 
Cuando una persona pone su felicidad solo en el logro del éxito personal, está destinada a asumir que no siempre será feliz. El éxito, puesto que se mide en función de lograr los resultados propuestos, nunca está al alcance de todos ni puede ser sostenido ya que está sujeto a distintos factores que son cambiantes y que además algunos de ellos no dependen directamente de nosotros. A pesar de todo esto, sí es posible ser feliz siempre, independientemente de conseguir o no el éxito.
Ser feliz, ser pleno, es algo al alcance de todos en todo momento, la felicidad dista mucho del concepto de aquella que el mundo nos ofrece, la felicidad auténtica, ni siquiera se encuentra en nosotros mismos –como algunos autores lo plantean- la felicidad  verdadera se encuentra en los demás, en servir a los demás buscando su propio bien, pero lograr entenderse a sí mismo como servidor de los demás no es tarea fácil y es tarea que comienza desde la familia.
El núcleo de la familia es el matrimonio y como tal, los cónyuges deben entenderse a sí mismos como los primeros al servicio del otro lo cual implica que su proyecto más importante y prioritario sea lograr la felicidad del otro a través de un amor incondicional y por encima de todo lo demás; por lo tanto, en un matrimonio correctamente entendido, el cónyuge sólo puede ser plenamente feliz haciendo feliz a su pareja a través de donarse, servirla y amarla como por justicia lo requiere; ésta donación amorosa y recíproca encuentra su manifestación más concreta en la concepción de los hijos.
Ante esta realidad cada cónyuge tiene ahora una nueva tarea, estar y saberse no sólo – y en primer lugar – un medio o instrumento al servicio del otro para hacerlo feliz, sino también al servicio de los hijos, lo cual trae grandes desafíos.
En la sociedad actual es muy fácil que se confunda que ser buenos padres, es complacer a los hijos, cuando en realidad para ser buenos padres es necesario evitar confundir el paternalismo –en el cual se le da a los hijos  lo que quieren– con servir verdaderamente a los hijos –dar a cada uno lo que necesita y requiere.–
Los padres deben saber exigir adecuadamente a los hijos aunque muchas veces sea duro, pero también deben hacerlo con mucho amor y cariño. La actitud de servicio a los demás debe infundirse desde los primeros años de la niñez y no sólo dando tareas para ayudar a los demás, sino también explicándoles y enseñándoles -a cada hijo según su edad- de manera profunda la trascendencia que tiene estar al servicio y cuidado del otro, pero sobretodo aprenderán con el ejemplo que ven en sus padres.
Cuando el espíritu de servicio forjado en el núcleo familiar se lleva al ámbito profesional las personas son capaces de dar un nuevo significado al trabajo, el cual, adquiere una dimensión superior en donde la persona es capaz de verse no solo como un simple proveedor de bienes o servicios a los stakeholders, sino como un verdadero responsable de servir a los demás, y servir en primer lugar porque es capaz de comprender y vivir la verdadera caridad –entendida no como generalmente se nos presenta en forma de filantropía, sino como el amor desinteresado a los demás- y después, porque se sabe una simple herramienta mediante la cual con su eficiencia facilita y agrega valor al trabajo de los demás y mediante su ejemplo ayuda a forjar el desarrollo de sus colaboradores. Sólo cuando se entiende el trabajo de esta manera, la persona es capaz de realizarse y ver el trabajo como un medio de crecimiento y desarrollo personal que lo va perfeccionando y le va dando sentido a su existencia.
Sin duda, a todos nosotros nos gustaría contar con personas que vieran en el servicio a los demás un medio de felicidad para ellos mismos y los demás, sin embargo, ¿cómo podemos infundir éste espíritu de servicio?
Antes que nada dando ejemplo, y un ejemplo que sea una forma de vida construida por los hábitos y virtudes que formamos en nosotros mismos, teniendo claro que el mejor servicio es aquel en el que no damos ocasión de que se nos den las gracias, sino el que hacemos de una forma oculta y desinteresada, sin poner en evidencia a nadie y viendo nuestra rutina cotidiana como un medio para brindar felicidad a quienes nos rodean.
Infundir el espíritu de servicio, es dar un nuevo significado a la vida de los demás, y es tarea ardua, la cual debe comenzar por nuestros círculos más cercanos, empezando en nuestro hogar; volvamos a poner de moda nuevamente esas costumbres que se han perdido, formemos hijos caballerosos, respetuosos y virtuosos para que sus hermanas vean en ellos un ejemplo y busquen un buen marido, formemos hijas que vean en el cuidado de la familia la fuente de felicidad de sus maridos, como matrimonio sepámonos como el principal instrumento de servicio al cónyuge, y como profesionistas hagamos bien nuestro trabajo sabiendo que es una herramienta para servir a los demás; pues al final, cómo decía la Madre Teresa de Calcuta: “Quién no vive para servir, no sirve para vivir”
 Por José R. Reinoso Domenzáin.

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